Hablamos con Melodie, la coordinadora de los proyectos de jóvenes de Saó
Hola Melodie, ¿podrías decirnos cuál es tu misión en SaóPrat?
Mi misión en Saó es acompañar y cuidar a los equipos, brindándoles los recursos y espacios necesarios para que puedan desarrollar su función de la mejor manera.
Además, sintonico las miradas entre los equipos y los estilos que utilizamos para acompañar a los jóvenes, para construir espacios donde puedan desarrollarse libremente, sin prejuicios, sin miedos, empoderándolos para que sean ellos mismos los verdaderos protagonistas de sus vidas.
Dentro del área Jóvenes de la que eres coordinadora, acompañais a los jóvenes en el crecimiento personal para que puedan iniciar o continuar su trayectoria educativa y profesional. ¿Podrías explicar cómo lleváis a cabo esta tarea?
Al inicio del itinerario se establece un proceso de conocimiento mutuo y se genera un clima de confianza entre los profesionales y jóvenes que acuden a Saó.
Identificamos qué necesita el joven y cómo podemos ayudarle. A partir de ahí, nuestra intervención con los jóvenes se realiza desde la proximidad, trabajando desde la implicación y las relaciones personales, generando vínculos. Les acompañamos en todo momento para dar respuesta a sus necesidades y bienestar, equipándolos con recursos, confianza y seguridad para que sean protagonistas de sus propios procesos.
Buscamos constantemente la mejora, probando nuevas fórmulas y adaptándonos a los constantes cambios de la realidad, manteniendo siempre una actitud positiva, visibilizando las acciones constructivas de los jóvenes y su implicación en su entorno para generar referencias favorables entre los jóvenes y la comunidad.
Desde Saó, abordamos estas cuestiones desde el proyecto PatiPami. Con el fin de abordar los aspectos descritos, consideramos necesario diferenciar tres propuestas de intervención: el acompañamiento individual, los talleres y actividades grupales y el curso de dinamización comunitaria.
Se trabaja desde la individualidad, buscando la conexión entre las propias capacidades del y la joven y sus intereses y motivaciones, poniendo en valor sus fortalezas y potencialidades.
Desde hace dos años, se ha universalizado el acceso al proyecto. Cada vez es más frecuente que los jóvenes acudan a nosotros por iniciativa propia, y esto es muy importante porque son ellos los que quieren mejorar y participar voluntariamente en el proceso. Y ésta es la forma más idónea de iniciar el proceso de trabajo.

¿Cuál es el estado de ánimo habitual con el que llegan los y las jóvenes a Saó, y cómo son los procesos de acompañamiento y orientación?
En SaóPrat nos encontramos jóvenes en situaciones de vulnerabilidad que pueden desencadenar escenarios de exclusión social. Cuando llegan a Saó muestran aburrimiento —como principal causa de inactividad—, carencia de motivación, hábitos y rutinas poco saludables y dificultades en la gestión emocional por falta de recursos y estrategias.
El factor común que encontramos son los problemas acumulados de fracaso escolar. No terminan los estudios, se sienten frustrados y no saben qué hacer. No ven sentido a continuar sus estudios y les resulta difícil proyectarse en el futuro.
Ante esta situación, nuestra misión es hacerles entender que para acceder al mercado laboral, cada vez más exigente, deben tener un mínimo de estudios y formación.
Otro de los grandes problemas a los que se enfrentan los jóvenes hoy en día son el consumo y los problemas de salud mental. El consumo de sustancias adictivas se inicia en algunos casos a edades muy tempranas, con gran riesgo de caer en el consumo abusivo o en la dependencia. Muchos se automedican o no siguen las pautas de medicación prescritas por el médico, y estas situaciones agravan la dificultad de comprometerse a construir y sostener un proyecto de vida.
En definitiva, la desmotivación y la baja autoestima es un indicador común entre los jóvenes que llegan a Saó, y sus entornos les son desfavorables para mejorar estas condiciones.
Los jóvenes que pierden la motivación para continuar estudiando se sienten rechazados por todos sus entornos, desde el sistema educativo hasta su grupo de iguales.
Nuestro trabajo en Saó comienza con un proceso de autoconocimiento a través de tutorías individuales, en el mismo centro o en el lugar que ellos elijan. El primer objetivo es que reconozcan sus propias capacidades y fortalezas para llevar a cabo distintos proyectos y alcanzar metas. Durante este proceso, se crea un vínculo con la educadora y, a partir de aquí, los jóvenes se sienten cada vez más seguros para identificar el camino que quieren hacer.
Es entonces cuando nuestra intervención se dedica a mostrarles hábitos saludables que les permitan sostener sus estudios o su trabajo.
Por eso nuestro acompañamiento es un proceso que puede durar casi dos años, y lo llamamos trabajo de andamio, es decir, actuamos como andamios para ayudarles a construir la base, y cuando se ve, y ellos sienten, que ya es estable, nos retiramos poco a poco hasta dejar que se sostengan por sí mismos. Pero saben que la puerta de Saó siempre está abierta.

¿Cuál es tu experiencia a lo largo de los años de trabajo con jóvenes? ¿Cuáles son las principales razones del abandono escolar?
A menudo ponemos el foco en los y las jóvenes cuando debería estar en el sistema educativo y su incapacidad para adaptarse a las necesidades reales de las nuevas generaciones.
Es curioso observar cómo en los últimos cien años el formato escolar no ha evolucionado ni cambiado casi. Continuamos pidiendo a la gente joven que adquieran por igual las mismas competencias básicas de la misma forma cuando cada persona tiene capacidades y procesos de aprendizaje diferentes. Un sistema educativo óptimo debería ofrecer una atención más personalizada, poniendo énfasis en lo que hace que uno conecte con la materia y despierte un interés. Sin esa conexión, no hay aprendizaje.
En Saó ofrecemos una atención personalizada y espacios de escucha a los jóvenes que llegan frustrados del sistema educativo, con la esperanza de que este trabajo sea visible para las instituciones públicas que tienen una implicación directa en el cambio del modelo educativo. Entre todos es necesario encontrar soluciones para mitigar el fracaso escolar y el absentismo, que actualmente es muy elevado.
¿Cuántos jóvenes son acompañados en Saó anualmente?
Los jóvenes que vienen a Saó tienen entre 15 y 23 años. Están en un momento de su vida en el que necesitan «independizarse» de sus vínculos familiares, que la mayoría de las veces no son favorables para su bienestar.
En un año podemos atender a 80 jóvenes sólo en tutorías individuales. Si sumamos todas las demás actividades, como Bassa y otros proyectos para jóvenes, podemos atender a más de 300 jóvenes anualmente.
¿Cómo se orienta a los jóvenes en su itinerario educativo o laboral?
Durante años, el mercado laboral ha sido muy precario y el tipo de puestos de trabajo al que pueden acceder son muy limitados. La nueva reforma laboral no favorece esa situación y se reducen las oportunidades.
Por otra parte, para la vuelta a los estudios, existen diversas fórmulas que evitan la frustración de los jóvenes e incluso les permiten acceder fácilmente a un trabajo. Muchos de nuestros jóvenes que participan en Bassa sostienen sus estudios y cuando los finalizan, deciden continuar estudiando y éste es un hecho muy positivo de lo que siempre estamos muy satisfechas.
Para reducir el absentismo escolar, en Saó tenemos un proyecto llamado Bassa Sancionats que acoge a grupos de alumnos sancionados en los institutos para que acudan dos horas por las mañanas y hagan sus deberes u otros proyectos, y no se desconecten ni rompan con la rutina .
Con esta práctica fomentamos que los jóvenes no pierdan la rutina de levantarse por las mañanas y responsabilizarse de una actividad, permitiendo volver a la rutina de la escuela sin problemas.
En el ámbito municipal, se está revisando el Plan de Absentismo, en el que está participando Saó para proponer mejoras. En definitiva, se puede decir que desde Saó complementamos y sumamos recursos al territorio para acompañar a los y las jóvenes.

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